En las llanuras inundables y los manglares de la costa del Pacífico, entre esmeraldas en el Ecuador y Buenaventura en el Valle del Cauca, vivieron durante mil años sociedades de pescadores, cazadores y agricultores que navegaron en el mar y trabajaron los metales. Los arqueólogos fechan su presencia desde el 700 a.C. hasta el 350 d.C. Otras sociedades sin orfebrería ocuparon luego la isla de El Morro y la llanura costera, y permanecieron hasta la Conquista.
cacique y chamanes:
El chamán era en estas sociedades el hombre de conocimiento, el encargado de la comunicación con el mundo espiritual. Es posible que sean chamanes los personajes que vemos portando máscaras de felinos. En efecto, el jaguar (Felix concolor) y el puma (Leo onca) simbolizan en el pensamiento amerindio el poder y la fuerza masculinos, así como la destreza y sagacidad del animal cazador y guerrero, que el sacerdote busca apropiar en su rol de mediador de la comunidad ante los distintos mundos cosmológicos.
Varias escenas de la vida cotidiana fueron representadas en la cerámica de Tumaco. El tema de la maternidad es recurrente, así como las enfermedades, el erotismo y la vejez.
ceramica:
Los Tumaco se caracterizaron por ser extraordinarios ceramistas. A tal punto llegó su maestría en este arte que se ubican entre los más grandes alfareros, no solo de nuestro pasado precolombino sino de todo el continente Americano. Los alfareros Tumaco sólo llegaron hasta la terracota y el producto de su arte es generalmente modelado. Las figurillas se hicieron con dos técnicas: modeladas directamente o bien acudiendo al empleo de moldes, de los cuales se han encontrado varios en los yacimientos arqueológicos, lo que explica la frecuencia de piezas que se repiten en forma idéntica.